Desde los 12 años, Don Andrés ha desempeñado un oficio mediante oraciones y alabanzas, explorando así su profunda conexión con lo divino. A medida que se sumerge en el mundo de los sueños y las visiones, nos revela la riqueza espiritual y la sabiduría ancestral que residen en el corazón del semidesierto de Querétaro.